Los miserables

Publicado: enero 3, 2013 en Historia, novela, Uncategorized

losmiserables004Sigo nutriéndome de títulos que encuentro en las bibliotecas. En esta ocasión, paseando mi vista por las estanterías, buscando que un título y un volumen (cuánto más volumen más disfrute si el libro es bueno) me enganchara, de repente, allí estaba, ni más ni menos que Los miserables de Víctor Hugo. Un gran volumen, sí señor, 1118 páginas de una letra de lupa y 1.702 gramos pesados.
Para estas fechas de descanso no había hecho prácticamente planes pero sí me había hecho un propósito, ver la nueva versión cinematográfica de, a ver si lo adivinan, el mismo, Los miserables. Y digo propósito porque no voy mucho al cine pero, no hace mucho, sucumbí a la promoción de Lo imposible y fue ese día cuando vi el tráiler de esta adaptación en forma de película musical. Aquel día decidí que no me la perdería. Así que cuando el título apareció de repente ante mí en aquella estantería tuve claro que lo leería antes de verla, la providencia así lo quería.
Lo que nunca imaginé es que, en esta obra, Víctor Hugo nombrara a Las Islas Canarias. Y lo hace en la página 121 en boca de Tholomyès, amante de Fantina:

Llenó su vaso, se levantó y dijo:
-¡Gloria al vino! Nunc te, Bacche, canam! Perdón, señoritas, esto es español. Y la prueba, señoras, es ésta: cada pueblo tiene su medida. La arroba de Castilla contiene dieciséis litros; el cántaro de Alicante, doce; el almud de Las Canarias, veinticinco; el cuartín de las Baleares, veintiséis y la bota del zar Pedro, treinta.

He de confesar que, esperaba acabarlo antes de verlo pero no he podido y hoy, día 3 de enero, con el ánimo de cumplir mi propósito, he ido al cine. El señor de la taquilla me advierte en la caja que es en un musical en inglés subtitulado y a mí la sonrisa me llega de oreja a oreja. “Es que la gente se está saliendo del cine”, insiste. Las 500 páginas que me han costado más de 20 días leer se las despacha Tom Hooper en menos de una hora. La verdad es que tenía curiosidad por saber cómo se puede adaptar una obra como ésta al cine, aunque dure casi tres horas la película. Pues, no hay otra manera que, dejando toda esa abrumadora historia en el esqueleto.

En el libro hay párrafos que sobrecogen por describir situaciones de injusticia social que, casi dos siglos después, no paran de repetirse. Como que la gente se sigue aprovechando de la miseria de sus congéneres hasta degradarlos como personas solo con tal de conseguir su propio beneficio. Y como siguen los pobres pagando con cárcel delitos insulsos cuando los ricos raramente las pisan por delitos que afectan a multitudes. De lo primero baste decir que Fantine se deja arrancar sus preciosos dientes para alimentar a su hija y, hoy en día, hay gente que es capaz de llenar su cuerpo con droga hasta arriba para sacar algo de dinero con el que mantener a su familia. Y de lo segundo, por poner un ejemplo, hace poco, en nuestro país, España, ha ingresado un hombre rehabilitado e integrado en la sociedad por un delito, no de sangre, cometido en su juventud al que se le ha negado el indulto cuando sabemos que nuestro gobierno usa esta prerrogativa, sin tener que dar cuentas de por qué sí o por qué no y decidiendo de forma tan aleatoria a quien se lo da. ¡Es terrible cómo la historia se repite una y otra vez!

La película tiene momentos sublimes que incluso me han arrancado las lágrimas (tómese esto con mucha precaución porque no soy crítica de cine y me encantan los musicales y las películas subtituladas). Además, también hay una referencia canaria en la misma: el creador del vestuario es lanzaroteño, Paco Delgado. Por todo lo dicho recomiendo ambos y, en cuanto acabe de escribir este post, retomaré la lectura de la versión escrita, sabiendo que me quedan muchos momentos por disfrutar.

Para terminar añadiré que, este gran volumen de 1198 y de 1.704 gramos de peso, me está ayudando a replantearme el hacerme con un e-book que haga un poco más cómoda la lectura de este tipo de obras. Creo que mis brazos, mi cuello y mi vista lo agradecerán.

¡Buff!, creo que me siento como Tom Hooper intentando decir tantas cosas de este libro en tan poco espacio.Playa de Papagayo. Lanzarote. Playa de Papagayo. Lanzarote.

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